martes, 22 de agosto de 2017

No soy poeta

Yo no soy poeta.

Tampoco sé lo que es la poesía.
A veces sé leer y hay días en los que siento
que la bolsa la traigo llena de palabras.

Pero de ahí a escribirlas,
a llenarlas de versos,
acurrucarlas en mis labios
y enviarlas a las estrellas...

No, yo no soy poeta.

No me voy de fiesta con un verso,
ni amanezco envuelta entre sus piernas.
No, a mí el poema no me ama.
Ni me desea, ni me espía.
A lo mucho, 
me cede el paso en la calle,
me roza altivo en el metro
e inclina la cabeza
para ignorarme, educado.

No, no soy poeta.

No me llega el aplauso de la musa,
ni la aprobación de los letrados,
no conozco de críticas o halagos.
No desvanezco el aire en rimas,
ni plasmo el tiempo en sílabas.
No, la poesía no me toma de la mano
ni me sugiere su extraña melodía.
Conmigo no bailan los poemas,
ni se acuestan las analogías.

Yo no soy poeta.
A lo más
obrera de las palabras,
costurera, maquinista. 
Cocinera, maquillista,
albañil, pordiosera,
pero poeta, no, 
yo no entiendo de poesía.