Hay miradas que son bosques.
Hay ojos que son lagos.
Y otros, como desiertos, amargos.
Hay voces que el mundo ama,
siluetas que el ojo atesora
y otras que sólo el viento añora.
Hay mentes, esas mentes, que uno saborea,
al filo de la noche, hundidas en un poema.
Mentes incandescentes, llenas de tanto
y al unísono, vacías,
tan al borde de la locura, día tras día.
Esas mentes.
Que se mantienen intactas.
Sin edad, ni daño ni gracias,
solas con su silencio y mañas.
A esas mentes...
(que el bosque cosecha,
que el mundo evade
y el viento evoca)
lanzo mis palabras como faros.