sábado, 14 de abril de 2018

A mi poesía.

Agradezco que permanezcas oculta en el cajón,
que de tus líneas delicadas y tu respirar tranquilo
no conozca el mundo ni ritmo ni oración.
Así, escondida, te guardo en un calmo lago,
en el reflejo extraviado de un recuerdo, Narciso.

Y sucede el encuentro. Picor en los dedos.
Aire que desgarra la flor de mi garganta,
pétalos destrozados al centro del pecho
y algo late, aspirando a ser olvidado.

Pero yo, Pandora, derramo la tinta,
dispuesta a construir cajas.