Escucha, sus manos la tararean.
En un discurso la suelta el cuerpo,
cada mirada es una palabra,
cada aspiración un cuento
y cuando exhala,
el aire se escribe en tragedia y carcajada.
En los surcos del rostro se cuenta una leyenda.
Un pasado, un amante; serpentean.
En las manos hay novelas,
donde debería haber huellas
el hombre pisa poemas
y cuando recuerda,
su memoria es una historia inventada.
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