domingo, 25 de junio de 2017

Silencio infectado

Cuando lo que callo es más sonoro que mis palabras,
cuando cada respiración grita la misma idea.
Cuando en las hojas de los árboles,
en la piel que cubre el cuerpo
y el corazón que lo mantiene,
bulle el mismo sustantivo.

Mi silencio que no es callado.
Mi callar que no es discreto.
Mis ganas de arrancar el viento,
de morder a gritos.
Mi ardor que reclama,
que hostiga el descanso.
Ese silencio de mil aullidos,
hecho de alaridos que desgarran la luz,
de cánticos diabólicos a mitad del bosque,
de arañazos detrás de la pared.

Ese es mi silencio,
mi agonía.

Destinada a yacer sin voz,
pero sin nunca poder callar.

Destinada a mirar ciega,
sin dejar de imaginar.

Ese es mi silencio, sin voz,
pero infectado de poesía.